sábado, 13 de noviembre de 2010





Esto no se puede contar, esto hay que vivirlo. Tantos años leyendo, escuchando y esperando el momento de ver a un Beatle en vivo y en directo, que cuando uno está a metros del escenario y a pocos minutos de cumplir el sueño, el flashback es inevitable. Miles de recuerdos invaden tu cabeza como si se tratara de un prólogo ideal para recibir a uno de los tipos que inventó el rock, el sujeto que formó la banda más revolucionaria del planeta y que está ahí, a pocos metros, listo para tocar las canciones que forman parte de la lista de canciones de tu vida, para decirte que la espera valió la pena.

Antes de que empezara el show, el estadio de river estaba como loco. Las tribunas de arriba, platea san Martin y también belgrano, y general sivori. Hizo olas, geniales. al rededor de toda la cancha de river, se veían las olas. Luego se sumaron los de plateas bajas. En un momento en una platea baja empezaron a gritar ‘PAUL, PAUL, PAUL, PAUL’ y le digo a mi tio; qué pasa? Es paul? :| y el tio me dice no, no creo. y le digo dale vamos a ver, y en eso empiezan a gritar mas todavía ’PAUL, PAUL, PAUL, PAUL’. Era un tipo IDÉNTICO que lo había ido a ver. Hacía sus mismos gestos, se vestía igual. Increíble el parecido entre los dos.

Y en eso aparece Paul McCartney, el que junto a John Lennon, George Harrion y Ringo Starr cambió la historia del mundo musical, agarra su bajo y empieza a tocar ‘Magical Mistery Tour’. El estadio de River se volvio loco y estallo la fiesta del rock.’ Hola, Buenos Aires, hoy trataré de hablar más español, aunque también inglés’, saluda McCartney, mientras muchos ya eran presos de la histeria, las lágrimas, y esa emoción descontrolada que provoca ver a un ídolo de verdad. Yo no llore en ese momento, fue tan loco todo que no lo podía creer, no caía de que estaba ahí, junto a 45.000 personas mas, viendo a un Beatle, a Paul Mccartney. Acompañando a mi tío a cumplir su máximo sueño, y cumpliendo uno de los míos. Sigue ‘Jet’ y Argentina ardió como si se tratara el último día de la existencia universal, algo que sólo el rock puede hacer entre la gente.

El show del ex Beatle está hecho para hacerte llorar, para que se lo cuentes a tus nietos y transmitas esa emoción única. Pero no se crea que es una producción exacta a como está prevista como es en los conciertos de Madonna o U2, acá hubo improvisación, el cambio y la intención de transmitir el sentimiento que la música puede darle al oyente. Por eso el Paul cambió su ‘set list’ para el segundo show de Buenos Aires. Metió nuevos temas, sacó otros, y le dio la vuelta al orden de las canciones para no repetirse. ¿Algo mejor que eso? No hay.

McCartney tocó 37 canciones en poco más de 3 horas, donde resumió su alucinante carrera de más de 40 años, repasando sus momentos con los Wings, su carrera solista y resaltando sus años con los Beatles, donde la gente reaccionaba con una mejor recepción, aunque, valgan verdades, el público argentino es de primera en cuanto a shows, ya que nunca se queda quieto, ni siquiera en los temas lentos.

“Escribí esta canción para mi amigo John”, contó Paul cuando intepretó “Here today” en recuerdo de su compañero de ruta desde los Quarrymen, en 1956, hasta el final de Los Beatles, hace 40 años. Nosotros, los fans empezamos a cantar ‘ole ole ole ole, lennon, lennon’

Y como lo ha hecho últimamente, en este concierto también rindió tributo a Lennon y Harrison, los Beatles que ya no están más, cantando ‘A Day in the Life’ y ‘Give Peace a Change’ del primero, y ‘Something del segundo, logrando que el ambiente se cargue de una manera sobrenatural. Muchas gracias argentinos, tienen buena onda’, dijo Paul antes de emprender “Band on the run”

“Let it be” fue otro de los clásicos de Los Beatles en el concierto, mientras algunos se pellizcaban en medio de un sueño que se había hecho realidad. De más está decir que fue imposible no llorar con la canción nombrada anteriormente.

La noche mágica estalló en fuegos de artificio cuando Paul interpretó “Live and let die” Eso no fue todo: para cerrar la primera parte del show, a las 23.30, McCartney y los miles de fans entonaron “Hey Jude”, un himno planetario. Así, a su tiempo, primero los hombres, luego las mujeres y finalmente todos juntos corearon el estribillola-la-la-la, Hey Jude”. Esa canción volvió loca la cancha de river plate.

“No se va, McCartney no se va”, “Olé, olé, olé, Beatles, Beatles” y el “Oh oh oh” Sonó en todos los rincones del estadio de river, por miles de gargantas que gritaban por el regreso de Paul. McCartney volvió al ruedo exhibiendo una camiseta del selecionado argentino de fútbol con su apellido en la espalda y el mágico número 10. Soy el Diego’, bromeó Paul. Todo un homenaje del gran músico zurdo a otro zurdo, Maradona, que hizo del fútbol un arte en cada gambeta y en cada gol.

Y cuando llegó el momento de Yesterday, con Paul empuñando una guitarra acústica, todos los rincones del estadio se iluminaron con encendedores, teléfonos celulares y flashes de cámaras y todas las voces se unieron para cantar la más famosa de las melodías de Los Beatles.

La despedida fue a todo rock and roll. “Helter skelter”, “Sgt. Pepper lonely heart club band” y “The end”, lo que provocó el delirio general. McCartney dijo ‘Es hora de decir’ (refiriéndose a que era hora de decir chau) cuando de inmediato los fans dijeron ‘NO!’ y Mccartney empezó a jugar con nosotros, haciéndonos decirlo en diferentes tonos.

Paul y su banda saludaron una y otra vez bajo una nube de papelitos de colores celestes y blancos. Nadie se quería ir. Pero ya era la medianoche y como en los cuentos de hadas se rompió el hechizo. Paul, sir Paul, el Beatle carilindo, había consumado una noche mágica y nostálgica.