miércoles, 22 de diciembre de 2010
Y cuando pensaste que lo habías olvidado, que nada relacionado con él te importaba, cuando ya empezabas a hacer comentarios superados, cuando ya estabas convencida de que el tiempo había curado cada una de tus heridas, cuando asegurabas poder afirmar que estaba comprobado que la distancia trae al olvido, que podías seguir adelante sin él y cuando decías no entender cómo habías sido capaz de perder tanto tiempo con él. Sí, justo en ese momento de gloria para vos, lo ves, después de tanto tiempo y todo se te vino abajo. Ahí descubrís cómo son las cosas, lo equivocada que estabas, Lo viste y se te dio vuelta el mundo, se te desacomodaron todas las ideas, sentís las mismas jodidas cosquillas en la panza que sentiste la primera vez y sentís cómo fracasaste. Ahí te das cuenta de que ni un millón de clavos pueden sacar al clavo que más te importa, que el tiempo no cura ni una herida, que la distancia no trae para nada el olvido. En ese momento te preguntas cómo vas a hacer entonces para arrancártelo del alma y cuánto tiempo más vas a seguir gastando lágrimas y tiempo; cuánto más vas lo a seguir extrañando y necesitando al mismo.